domingo, 31 de enero de 2010

Sobre la oscuridad de los albinos

De los tres albinos, pocas veces al año, sale un cuarto. Los días previos, los tres perciben un rumor por fuera de todo, que de a poco comienza por quitarles el sueño, y luego directamente dejarlos tan sensibles que necesitan dejar de hacer lo que están haciendo para ir al baño, a llorar. Dada la brutalidad general que manejan en sus relaciones, estos actos los incomodan mucho; más de uno, ante la misma incomprensión de lo que ocurre, ha golpeado a un no albino sin más razones que una consulta sin importancia. Ante esas situaciones alarmantes, de las que se desprenden los más variados y extravagantes comentarios –ellos usan la palabra ‘chisme’- sobre la oscuridad de sus vidas, resignados se reúnen, sabiendo de antemano lo que van a vivir.
Una vez encerrados en el ‘quincho’ de la casa paterna, quizá el lugar donde comenzó todo, ya no son tres sino cuatro. Ese momento no les es nada grato. El cuatro albino es una personalidad dominante y generalmente malhumorada, que los obliga a azotarse y a cumplir con todos sus caprichos. Los otros tres conocen de memoria toda la historia con la que el cuatro los enfrenta, de la que no pueden objetar nada, y de la que sólo una culpa insuperable perece ser el único motivo de tanta obediencia dolorosa.
Algunos de los caprichos del cuarto albino debe cumplirse fuera del tiempo del suplicio de esa reunión, y a simple vista suelen ser juzgados por meros actos vulgares o más propios de las personas deshonestas.
Hasta ahora, cualquier intento de profundización sobre esa oscuridad, incluyendo detalles más específicos sobre las palabras del cuatro albino, ha sido casi nulo. Los tres se vuelven confusos, algunos días nos hacen creer que sólo son dos, pero en los días festivos se los ve a esa totalidad cotidiana, oficial, junto a sus mujeres no albinas e hijos no albinos. De su trato con los vecinos puede deducirse que hay algunos resabios propios de la paranoia; de esta conducta se desprenden otras deducciones: creen que alguien los ha espiado, que alguien vio al cuarto albino, un imposible en verdad; o que entre los chasquidos de los azotes y las exclamaciones propias de la carne sufriendo, han sido escuchados en el fragor de la clemencia. Nada puede probarse aún. Seguimos alertas, a la espera de más datos.

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